Poeta
Miguel Hernández Gilabert nació en Orihuela el 30 de octubre de 1910 y murió el 28 de marzo de 1942 a los 31 años en Alicante, en la prisión, muy enfermo de tuberculosis.
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Siempre admiré su condición de autodidacta y sus orígenes humildes dedicado al pastoreo. Su obra impresiona. El Niño Yuntero, la Nana de la Cebolla, Aceituneros… Andaluces de Jaén, Aceituneros altivos…, decidme en el alma quien, quien levantó estos olivos…
Yo no tengo nada más que decir. Estoy triste.
Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!
Pablo Neruda